Remates, remates y más remates.
Esta es la parte más llamativa del voleibol. Balones capaces de superar los
100Km/h en la mayoría de los casos. Pero este deporte es un claro ejemplo del
juego en equipo, y el rematador (receptor) no es la única figura clave en el
juego, de hecho, el colocador es el eje del voleibol desde sus inicios, pero
más aún del voleibol moderno.
El colocador, o setter en inglés, se ha convertido en el
centro del juego en cada set, siendo la pieza que más veces toca el balón a lo
largo de cada partido. Con la importancia que mencionamos, la forma física de
los colocadores ha cambiado a lo largo de la historia. Ahora es importante una
altura mínima y unas capacidades de salto inigualables, sin perder de vista su
velocidad para interceptar cada balón.
Pero no solo se encargan de la
distribución de los balones en cada jugada, el colocador también participa de
forma activa (muy activa de hecho) en la defensa de su equipo, como receptor y
también en el bloqueo. De la misma manera, sus características mentales o
psíquicas son igual de importantes. sin olvidarnos, nunca, de su liderazgo.
Si bien es cierto, el toque forma
parte de la automatización del colocador a base de entreno, la presión y los
momentos complicados durante los partidos pueden provocar pequeñas alteraciones
en su concentración que derivarán en “dobles” como falta en el juego. Y en la
mayoría de los casos, podrá afectar a la concentración de todo el equipo.
Una vez analizadas sus
características físicas y mentales, tampoco podemos dejar de lado el cambio que
ha experimentado su posicionamiento en el campo. Hace muchos años, el colocador
se situaba en el centro de la zona de ataque para distribuir el juego (zona 3)
de una manera más equilibrada o céntrica.
Pero la necesidad de un ataque
claro, el aumento de visión de juego, la necesidad de un bloqueo muy alto por el centro y sus
características defensivas, que ya hemos comentado, le han desplazado a la zona
dos, donde deberá bloquear a uno de los rematadores más fuertes del equipo
contrario o defender una de las líneas más complicadas.
Por esto, y mucho más, el
colocador no puede entenderse solo como alguien que pone balones a sus
compañeros, sino como el eje del juego de su equipo en ataque, y uno más en esa
participación colectiva en la lucha por cada balón y por cada punto, cuando de
defender se trata.
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