Social Icons

13 de marzo de 2019

COLOCADOR



Remates, remates y más remates. Esta es la parte más llamativa del voleibol. Balones capaces de superar los 100Km/h en la mayoría de los casos. Pero este deporte es un claro ejemplo del juego en equipo, y el rematador (receptor) no es la única figura clave en el juego, de hecho, el colocador es el eje del voleibol desde sus inicios, pero más aún del voleibol moderno.

El colocador, o setter en inglés, se ha convertido en el centro del juego en cada set, siendo la pieza que más veces toca el balón a lo largo de cada partido. Con la importancia que mencionamos, la forma física de los colocadores ha cambiado a lo largo de la historia. Ahora es importante una altura mínima y unas capacidades de salto inigualables, sin perder de vista su velocidad para interceptar cada balón.

Pero no solo se encargan de la distribución de los balones en cada jugada, el colocador también participa de forma activa (muy activa de hecho) en la defensa de su equipo, como receptor y también en el bloqueo. De la misma manera, sus características mentales o psíquicas son igual de importantes. sin olvidarnos, nunca, de su liderazgo.

El jugador de voleibol, sobre todo de alta competición, soporta gran presión durante todo el encuentro. Será primer atacante en cada jugada pues, con cada toque, ofrecerá una oportunidad a sus atacantes de encontrarse solos o no frente al bloqueo rival. Sus habilidades de engaño son fundamentales, sin olvidar, nunca, la perfección de su toque alto.

Si bien es cierto, el toque forma parte de la automatización del colocador a base de entreno, la presión y los momentos complicados durante los partidos pueden provocar pequeñas alteraciones en su concentración que derivarán en “dobles” como falta en el juego. Y en la mayoría de los casos, podrá afectar a la concentración de todo el equipo.

Una vez analizadas sus características físicas y mentales, tampoco podemos dejar de lado el cambio que ha experimentado su posicionamiento en el campo. Hace muchos años, el colocador se situaba en el centro de la zona de ataque para distribuir el juego (zona 3) de una manera más equilibrada o céntrica.

Pero la necesidad de un ataque claro, el aumento de visión de juego, la necesidad de un  bloqueo muy alto por el centro y sus características defensivas, que ya hemos comentado, le han desplazado a la zona dos, donde deberá bloquear a uno de los rematadores más fuertes del equipo contrario o defender una de las líneas más complicadas.


Por esto, y mucho más, el colocador no puede entenderse solo como alguien que pone balones a sus compañeros, sino como el eje del juego de su equipo en ataque, y uno más en esa participación colectiva en la lucha por cada balón y por cada punto, cuando de defender se trata.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
Blogger Templates